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Pronunciamiento del Foro de Comunicación para la Integración de NuestrAmérica

UNASUR es soberanía, UNASUR es de los pueblos, UNASUR es presente y es futuro

El Foro de Comunicación para la Integración de NuestrAmérica hace un llamamiento a la población, organizaciones y líderes de América del Sur a manifestarse enfáticamente en defensa de la Unión de Naciones Suramericana (UNASUR) y rechazar acciones y declaraciones unilaterales que amenazan con socavar el avance de la integración regional que UNASUR encarna.

Por décadas la integración ha sido una aspiración de los pueblos y UNASUR ha contribuido a concretarla en términos institucionales.

Reconocemos, junto al empuje de otros gobiernos valientes, el rol de liderazgo que Ecuador ha tenido en dar impulso a su proceso, creando las condiciones para llevar adelante el rol de sede del organismo, entre ellas, la donación de un edificio apto para actividades propias de una organización de estas características.

Por ello, expresamos nuestra preocupación por el anuncio del presidente ecuatoriano Lenin Moreno que diluye la consistencia ejercida hasta ahora por Ecuador a favor de una diplomacia integradora, multilateral, independiente y orientada a la cooperación Sur-Sur.

La pretendida deslocalización de la sede de la Secretaría General de UNASUR, apunta a evadir la responsabilidad asumida por Ecuador en relación a la consolidación del proyecto histórico de unidad latinoamericana.

El anuncio realizado soslaya públicamente que la devolución del edificio, según el acuerdo firmado para su donación, sólo puede obedecer a tres causales: que los países miembros decidan cambiar la sede del organismo, que Ecuador lo abandone o que los países miembros decidan la terminación del Tratado Constitutivo de la Unión de Naciones Suramericanas.

Lejos de favorecer una renovada concertación entre sus integrantes para resolver el impasse político dentro de UNASUR, la postura del gobierno ecuatoriano apuntala la presión a la que gobiernos como los de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú y Paraguay someten al organismo para, a todas luces, forzar al continente a realinearse en la esfera de influencia de los EEUU y su brazo ejecutor “interamericano”, la OEA.

Desarticular un organismo como UNASUR, surgido de la necesidad de aunar potencialidades para hablar con voz propia en el concierto de las naciones del mundo, equivale a una cesión de soberanía y un retorno a la dependencia geoestratégica.

Se equivoca quien cree que aumenta las posibilidades de los pueblos arrastrándose en la estela de la corriente de nacionalismos divisionistas y prepotentes. La historia muestra que las naciones fuertes surgieron del compromiso convergente de diversidades buscando una unidad superadora. Eso representa UNASUR para Suramérica y esa es precisamente la razón por la cual se intenta ahora – con argumentos secundarios – su desintegración.

Es falso que UNASUR no cumpla ninguna función. Más allá de las cuatrocientas actividades desarrolladas en los últimos cuatro años desde la Secretaría General en distintos países y en la sede de la Mitad del Mundo, los doce consejos sectoriales que estructuran el quehacer continuo del organismo han alumbrado múltiples logros de los cuales sólo es posible mencionar unos pocos.

Estructuras como el Centro de Estudios Estratégicos de Defensa (CEED), el Instituto Suramericano de Gobierno en Salud (ISAGS), una estrategia común para incidir en la resolución del problema mundial de las Drogas, el Estudio Comparativo de Sistemas Educativos Suramericano, el acompañamiento de Misiones Electorales, los proyectos de conectividad física y energética y  infraestructura incluidos en el COSIPLAN o el fortalecimiento de la cooperación Sur-Sur son tan sólo algunos de ellos.

Fundamental ha sido la UNASUR para la preservación de la paz continental mediando para permitir el diálogo y la resolución de conflictos. Al mismo tiempo, UNASUR ha sido no menos importante en evitar en su momento golpes de Estado contra gobiernos legítimamente electos. Sin duda que el hecho de ser un dique frente al belicismo y la intromisión extranjera es otro de los principales motivos para las maniobras destructivas en su contra.

Es falso que UNASUR sea una burocracia estéril y onerosa para los miembros. Su presupuesto anual, de apenas 9 millones de dólares, es risible frente a erogaciones por intereses de deuda que sufragan las poblaciones para beneficio de la banca internacional concentrada. Además de ello, UNASUR permite articular capacidades existentes, conectando a las diferentes áreas ministeriales y sectoriales en un tejido suramericano que potencia la actividad del funcionariado local.

En cuanto a la dificultad de no contar desde Enero 2017 con un nuevo Secretario General que reúna consenso entre los miembros, ello es fruto de la orientación de algunos países dirigida inobjetablemente a cercar a la República Bolivariana de Venezuela, país hermano y miembro, lo cual es por completo inadmisible y extraño a cualquier proceder de diplomacia integradora.

Es imprescindible volver a converger hacia el propósito de la UNASUR, ser un ámbito de concertación de políticas regionales independientes, a favor de la ampliación de los derechos y la mejora de la calidad de vida de sus poblaciones.

Es obvio que tan sólo la presión popular logrará reconducir a América del Sur por este camino de justicia social y libertades compartidas, por lo que, junto a los movimientos sociales, las coordinaciones continentales y las redes de comunicación que confluyen en nuestro Foro, exhortamos, una vez más, a la ciudadanía a movilizarse en la defensa de UNASUR, una construcción regional que, ciertamente, es propiedad de todos.

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