En las últimas décadas, luego del quiebre de la Unión Soviética, el fin de la Guerra Fría, las invasiones y guerras en Medio Oriente, la crisis capitalista, la emergencia de nuevos actores nacionales en el escenario internacional con el fracaso de la unipolaridad estadounidense y la existencia de un panorama incierto en el planeta, la renovación y el posicionamiento de los proyectos de Cooperación Sur-Sur aparece como una alternativa central ante una situación inestable y sin claras alternativas en relación al destino de la humanidad.
El fortalecimiento del Movimiento de los No Alineados (MNOAL), del G-77 más China, de los acuerdos entre países de África, Asia y América Latina, de los avances de unidad e integración dentro de las regiones dependientes y marginadas del orden capitalista, en un contexto de mundialización de procesos financieros, comerciales, económicos, tecnológicos, comunicaciones, culturales, militares y políticos, es una manifestación de la potencialidad del impulso de nuevas perspectivas en el mundo.
El pasado año se recordaron los sesenta años de los Principios de Bandung, ciudad de Indonesia en la que se realizó en 1955, la Conferencia que abrió las puertas a la emergencia de importantes iniciativas como los No Alineados, el Tercermundismo, la Tricontinental, la Organización de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina como manifestaciones del acercamiento político entre los países dependientes, los recién liberados del colonialismo, las semicolonias y neocolonias, todos ellos presionados, golpeados, invadidos o sometidos por el imperialismo.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, dos potencias mundiales --Unión Soviética y Estados Unidos-- pugnaron durante más de cuatro décadas por imponer su hegemonía planetaria, sin embargo se desarrollaron otros procesos simultáneos como la Independencia de la India en 1947, la Revolución Socialista China en 1949 y los procesos de Liberación Nacional de los años 50 y 60 que conquistaron la independencia de las colonias europeas en África, principalmente, y Asia. En este contexto se produjeron varios procesos nacionalistas en América Latina y la excepcionalidad de la Revolución Cubana en 1959, la misma que inmediatamente se vinculó con el emergente Tercer Mundo, No Alineados, bajo la idea de la solidaridad entre los pueblos del Sur hemisférico y político en la perspectiva socialista.
De ahí que la Cooperación Sur-Sur tiene antecedentes vitales vinculados a la lucha antiimperialista y a los procesos de Liberación Nacional como formas horizontales de las relaciones entre los pueblos y no como relaciones dependientes, verticales y condicionadas de la llamada cooperación Norte-Sur.
Los Principios de Bandung, que fueron asumidos primero por veintiocho países y luego por más de ochenta, encabezados en su momento por Nasser de Egipto, Sukarno de Indonesia, Tito de Yugoslavia, Nehru de la India, NKruma de Ghana, Nyerere de Tanzania, entre otros, plantean diez puntos.
De manera resumida los mismos, que no han perdido su espíritu en el presente, son los siguientes: 1- Respeto de los derechos del hombre, 2.- Respeto a la soberanía y la integridad territorial de las naciones, 3.- Igualdad plena entre países y nacionales, 4.- Rechazo a toda intervención en asuntos internos, 5.- Derecho de toda nación a defenderse ante cualquier agresión, 6.- Evitar las alianzas con las grandes potencias y no presionar a otros países, 7.- Rechazar actos de amenaza y uso de la fuerza, 8.- Impulso de arreglos por vías pacíficas, 9.- Desarrollar intereses y cooperación recíproca entre los No Alineados y 10.- Respetar la justicia y las obligaciones internacionales.
- Eduardo Paz Rada es sociólogo boliviano y docente de la UMSA. Escribe en publicaciones de Bolivia y América Latina.