La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) expuso en la Declaración de Kingstown varias medidas que se necesitan tomar para lograr una mayor integración y desarrollo regional, como una cooperación sanitaria o la necesidad de más conexiones aéreas o proyectos energéticos entre países, en un proceso en el que este organismo buscará jugar un papel fundamental.
Las denuncias sobre la ofensiva israelí en Gaza, que no lograron plasmarse en un consenso, y las críticas a las potencias dominantes como Estados Unidos se sucedieron durante la cumbre, pero las declaraciones acordadas fueron bastante edulcoradas, destacando la exigencia de “un sistema financiero internacional más justo”.
Los miembros de la Celac evitaron posicionarse sobre el conflicto del Esequibo entre Venezuela y Guyana, aunque se mostraron en general a favor de respetar la soberanía de los Estados. «Elogiamos a la presidencia pro tempore de San Vicente y las Granadinas así como a Brasil y a la presidencia de la Caricom por organizar la reunión para el diálogo y la paz entre los presidentes de Guyana y Venezuela y aplaudimos la resultante Declaración de Argyle», fue la única referencia en el comunicado final a una de las principales controversias internacionales de la región
El presidente venezolano Nicolás Maduro llegó sobre el inicio de la reunión y se comprometió a convocar elecciones en el segundo semestre del año y propuso a la Celac preparar una delegación de observadores internacionales que «se incorpore al proceso de preparación, realización y desarrollo de los comicios presidenciales».
En la tarea de hacer un análisis de la octava cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en San Vicente y Las Granadinas, podemos rescatar importantes pronunciamientos de varios jefes de Estado de la región, y también los intentos de otras delegaciones de atentar contra la unidad, quizá siguiendo libretos extrarregionales.
Los dirigentes de América Latina y el Caribe conmemoraron el décimo aniversario de la proclama de América Latina y el Caribe como zona de paz y marcaron sus posiciones sobre los grandes problemas globales, así como en defensa de la soberanía y el derecho a la autodeterminación, uno de los propósitos centrales de la existencia de este foro que reúne a 33 países del continente, sin Estados Unidos ni Canadá.
Los presidentes de Cuba, Miguel Díaz-Canel, de Honduras, Xiomara Castro, y de Colombia, Gustavo Petro, hicieron un llamamiento a mantener la paz en la región sin injerencias externas, apuntando a grandes potencias como Estados Unidos.
Los mandatarios de la región se reunieron para dar continuidad y profundizar la agenda de 100 puntos fijada por consenso en la VII cumbre desarrollada el pasado año en Buenos Aires, donde se estableció una hoja de ruta para un nuevo proceso de integración para «promover la unidad y la diversidad política, económica, social y cultural de los pueblos».
Paradojalmente, ni el presidente argentino Javier Milei ni la canciller Diana Mondino, participaron de la reunión regional. Hasta la llegada del ultraderechista Milei a la Casa Rosada, el 10 de diciembre pasado, la Argentina jugó un rol central en la consolidación del mecanismo regional creado en 2011, postura que solo bajó su intensidad durante la presidencia del neoliberal Mauricio Macri (2015-2019).
Pese a las trabas puestas, la mera realización del foro, marca la decisión de apoyar este foro político latinoamericano-caribeño. alternativo al desprestigio y la sumisión a los dictados del gobierno de Estados Unidos, que ha relegado a la intrascendencia a la Organización de Estados Americanos, la tristemente famosa OEA, sobre todo desde que es su secretario general el uruguayo Luis Almagro .
Para dejar las cosas en claro, en la inauguración de la Cumbre, el anfitrión de la cita, el primer ministro de San Vicente y las Granadinas, Ralph Gonsalves, expresó que la paz es antiimperialista y antihegemonía, y que cualquier país de la región que desee apoyar la guerra estaría apoyando el imperialismo y la hegemonía. Se refirió a la importancia de apoyar la democracia y el desarrollo del mundo, y alertó sobre las ambiciones de algunos Estados de dictar a otros lo que deben hacer.
Gonsalves instó a aprovechar el momento, trabajar duro por impulsar las causas del subcontinente y consensuar posturas que permitan defender en una sola voz los intereses de los 600 millones de habitantes. Por su parte, la presidenta hondureña Xiomara Castro, quien recibió la Presidencia pro tempore de la Celac, hizo énfasis en la importancia de rechazar los amagos neocoloniales.
Asimismo, llamó a ratificar el compromiso de que nunca un pueblo de América Latina y el Caribe usará la violencia contra un país hermano, así como el principio de que las diferencias de las naciones “deben ser resueltas entre nosotros y nosotras mismos, sin intromisiones o presiones externas, con el diálogo como herramienta y pensando siempre en el bienestar regional y la autodeterminación de los pueblos”.
Como muestra de su menosprecio por este foro independiente y soberanista, el presidente ecuatoriano Daniel Noboa envió en su representación a su embajadora ante El Salvador. En una postura similar, varios mandatarios dejaron su representación en funcionarios diplomáticos, utilizados para atacar a otros países, siguiendo los libretos e intereses de Washington.
Así, el vicecanciller de Uruguay, Nicolás Albertoni, arremetió contra el gobierno venezolano de Nicolás Maduro por la proscripción de la candidata María Corina Machado para competir en las presidenciales de este año.
Albertoni no solo atacó a Venezuela sino también a la integración regional. Inició su discurso con críticas hacia antiguas cumbres de la Celac por su incapacidad para lograr buenos resultados. Si bien destacó la oportunidad para dialogar acerca de temas como el fortalecimiento de la democracia en la región, el respeto al Estado de derecho y los derechos humanos, aseguró que hay países que “no están en el mismo barco”. Y es cierto, aún hay países que respetan la autodeterminación de los pueblos.
Por su parte, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, se manifestó nuevamente en torno a uno de los asuntos más delicados para su país y la región como lo es la fallida guerra contra las drogas impuesta por Washington como única vía para abordar la problemática de la producción de estupefacientes con fines de exportación hacia la superpotencia.
Indicó que al basar la política antidrogas en la represión, la cárcel, la policía y el asesinato, en vez de la prevención y la salud pública, se ha obtenido el resultado más dramático y fracasado posible: no solo nunca se redujo el narcotráfico, sino que se cometió un genocidio contra un millón de latinoamericanos, en su mayoría, provenientes de los estratos marginados de la sociedad.
Petro coincidió con su par brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, en denunciar otro genocidio que está ocurriendo ante nuestros ojos: el que el régimen neofascista de Benjamin Netanyahu perpetra contra los habitantes de la franja de Gaza yambos demandaron parar la carnicería que el ejército sionista lleva a cabo contra el pueblo palestino.
Noboa es joven, está a tiempo de aprender sobre el espíritu que anima a la Celac para evitarse bochornos diplomáticos como el que sufrió al ofrecerse a entregarle a Washington armamento de la era soviética en poder de Ecuador. Este trato, parte de la campaña de Washington para proporcionar armas a Ucrania, fue cancelado después de que Rusia amenazara con suspender la compra de plátanos, uno de los principales productos de exportación, cuya industria es controlada por la familia de Noboa.
La canciller mexicana Alicia Bárcena puso de manifiesto la honda convicción de que vale la pena construir puentes para sortear juntos los obstáculos comunes y la integración regional que es urgente e insustituible. No hay otro camino que la unidad latinoamericana para avanzar hacia la paz, el desarrollo, el combate a la desigualdad y el bienestar de los pueblos, señaló.
El rediseño necesario
El rediseño del modelo de integración regional cuenta con el respaldo de varios presidentes, pero también es bombardeado por aquellos que aún creen que son el patio trasero de Estados Unidos. El grupo de asesores presidenciles que hizo un estudio de la operatividad de la Celac,encontró que ese foro, “así como está, no nos sirve” porque solo es un espacio de reunión sin ninguna capacidad ejecutiva.
La idea en la que se trabaja es la convergencia de todos los foros subregionales existentes en un organismo cúpula y la creación de una “cancillería latinoamericana y caribeña”(en esta Cumbre se habló de la Secretaría General), similar a la oficina del Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, para coordinar la labor del organismo y dar continuidad a la labor de las sucesivas presidencias.
.*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
Publicado originalmente en https://estrategia.la/2024/03/