Un nuevo capítulo de la historia de los procesos de paz en Colombia empezará a escribirse este jueves en Quito, Ecuador, donde el Gobierno y el Eln instalarán oficialmente la fase pública de negociaciones para decirles al país y al mundo que todos sus esfuerzos, a partir de ahora, estarán destinados no a vencer al otro con la fuerza de las armas, sino a encontrar puntos de consenso que permitan alcanzar “una paz completa”, como lo han dicho unos y otros.
El acto empezará hacia las 5:00 de la tarde (hora colombiana), en la Capilla del Hombre, casa museo del famoso artista ecuatoriano Oswaldo Guayasamín. Un centro de cultural construido con la intención de hacer una reflexión histórica sobre América Latina desde sus dolores y sufrimientos, y que evoca en cada detalle un solo mensaje: “Compromiso con los derechos humanos, la paz y la solidaridad”.
El país se encuentra expectante por la liberación del político chocoano Odín Sánchez, secuestrado por más de seis meses por el Eln. Y es que el caso de este exrepresentante a la Cámara se convirtió en una exigencia del Gobierno para darle vía libre a la mesa de diálogos. Incluso, el propio presidente Santos había advertido que la liberación de los secuestrados, entre ellos Sánchez, era una exigencia para iniciar el proceso.
Y aunque ayer en la tarde no se conocía la esperada noticia, El Espectador pudo establecer que la liberación era un compromiso del cual esa guerrilla no se iba a desmontar, y que si por temas logísticos Sánchez no alcanzaba a llegar a su casa antes de la instalación de las negociaciones, ello se daría antes del 3 de noviembre, cuando se tiene prevista la primera ronda de conversaciones.
El Eln es una guerrilla nacida hace 50 años, inspirada en la Revolución Cubana. Un grupo de estudiantes universitarios colombianos se encontró en La Habana participando de una de las brigadas de solidaridad a las que asistían jóvenes que se identificaban con el ideario de Raúl Castro y el Che Guevara. En esa brigada estaban los hermanos Fabio y Manuel Vásquez, quienes, acompañados de un grupo de campesinos hijos de antiguos guerrilleros liberales, fundaron el Ejército de Liberación Nacional en 1964.
El bautismo de fuego de la organización guerrillera se dio el 7 de enero de 1965 con la toma al pueblo de Simacota (Santander). Ese día, un grupo de combatientes mal armados, entre quienes se encontraba Nicolás Rodríguez, con apenas 12 años, asaltaron la Caja Agraria, el estanco, la droguería y la agencia de Bavaria. En el enfrentamiento murieron tres policías y dos soldados, y el Eln se retiró del pueblo con $60.000 y cuatro fusiles. Ese día, Fabio Vásquez, quien comandaba la cuadrilla, leyó el “Manifiesto de Simacota”, que ha sido desde entonces la carta de navegación de la segunda guerrilla del país.
En los años 70, el Eln se convirtió en un proyecto rebelde muy atractivo para los jóvenes universitarios, para los sindicalistas de las centrales de trabajadores y para algunos sectores intelectuales de las ciudades. Pero al mismo tiempo alcanzó un importante apoyo en regiones campesinas de Santander, Antioquia y el Magdalena Medio, sobre todo en Barrancabermeja, donde encontró apoyo en los sindicatos petroleros. Lo propio ocurrió en la región del Urabá, donde los trabajadores del banano se identificaban con las reivindicaciones sociales. Esa década fue de un importante crecimiento militar y social para la organización subversiva.
Y tanto fue su crecimiento, que a mediados de los años 70, el Estado identificó la necesidad de enfrentarlo. Entonces, entre agosto y octubre de 1973, el Ejército lanzó la llamada “Operación Anorí”. En esta región del departamento de Antioquia, la Fuerza Pública puso un fuerte cerco a las unidades del Eln y le propinó los golpes más fuertes de su historia, acabando con las columnas que dirigía un comandante identificado como Manuel.
De esta ofensiva, el Eln salió muy diezmado y buscó refugio en zonas aisladas del país, como Arauca, el sur de Bolívar y las áreas rurales del Magdalena Medio, donde tenía una importante fuerza social.
En ese momento, el movimiento estudiantil y sindical cobraba una fuerza importante en Bogotá, Cali y Medellín, por lo que se valió de la clandestinidad para protegerse y profundizó su trabajo en áreas urbanas. En ese proceso fue encontrando el apoyo universitario. La experiencia de Camilo Torres, quien se había unido al Eln unos años antes, había sembrado la semilla en la Universidad Nacional de Bogotá, de donde distintos líderes salieron para integrar las filas guerrilleras.
De está década, en la que el Eln perdió una importante fuerza militar y a sus principales líderes, incluyendo el exilio de Fabio Vásquez, a quien se le quitó el mando y se le envió a Cuba, este grupo guerrillero inició una nuevo capítulo de su historia: el de los proceso de paz, que espera termine esta vez con un acuerdo final.
A partir de 1982 ha negociado con todos los presidentes de Colombia, incluyendo a Álvaro Uribe. Sin embargo, hasta ahora sólo se ha alcanzado un cese al fuego, que rigió durante el tiempo en que funcionó la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, en los años 80, y unos acuerdos parciales firmados en Puerta del Cielo, en la ciudad de Mainz, Alemania, en 1997. De resto, los intentos de diálogos nunca han prosperado, y es que en parte las convicciones políticas y religiosas del Eln los hacen muy duros a la hora de sentarse a negociar.
Así pues, hoy el gobierno del presidente Santos, encabezado por el exministro Juan Carlos Restrepo, y la guerrilla del Eln, con el liderazgo de Pablo Beltrán, empezarán un nuevo proceso de paz. Un nuevo intento por acabar con el conflicto armado en Colombia que ya sobrepasa el medio siglo. De alcanzarse un acuerdo final, podrá decirse entonces que la confrontación entre guerrilla y Estado ha terminado y se dará por concluido el último conflicto vivo que quedó como herencia de la Guerra Fría entre Estados Unidos y el comunismo.