Cuatro años de libertad negada para Assange
Sally Burch
Martes, Junio 21, 2016

El 19 de junio, Julian Assange cumplió cuatro añosconfinado en la Embajada de Ecuador en Londres, situación que amenaza con prolongarse indefinidamente, con graves consecuencias para su salud y sus derechos básicos.  A pesar del dictamen del Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias de Naciones Unidas, de diciembre pasado, que determinó que Assange es víctima de una detención arbitraria, ni Suecia ni Gran Bretaña han retirado la orden de detención.  No reconocen que se está violando los derechos humanos de Assange, quien está bajo investigación en Suecia (sin tener acusación formal) por un posible caso de violación; como tampoco reconocen el derecho de Ecuador de darle asilo u obtener un salvoconducto para que pueda salir del país, bajo el argumento de que el derecho europeo no reconoce el asilo diplomático.

De hecho, lo único que por ahora garantiza que Assange no vaya preso –y sea expuesto a una eventual extradición desde Suecia a EEUU, donde podría ser enjuiciado por un tribunal especial o militar– es el principio de inviolabilidad del recinto diplomático.  Hecho que le implica un costo para Ecuador, como lo evidencia la reciente reunión del canciller ecuatoriano, Guillaume Long, con su homólogo británico, quien se negó a avanzar conversaciones sobre una posible cooperación bilateral en materia de comercio, educación y ayuda humanitaria, mientras Assange siga en la Embajada.

Para marcar este 4to aniversario, en unas 13 ciudades del mundo se han organizado actos en solidaridad con Assange.  En Ecuador, justamente, el día 20 se inauguró en CIESPAL (Quito) el encuentro académico “Julian Assange, 4 años de libertad negada”, cuya agenda aborda temas como derechos humanos; geopolítica y luchas desde el Sur; y tecnopolítica y ciberguerra.  En el acto inaugural, René Ramírez, Secretario de Educación Superior Ciencia y Tecnología e Innovación de Ecuador, se refirió a lo que ha sucedido luego de la detención prolongada de Assange como uno de hechos más importantes de nuestros tiempos en términos geopolíticos, casi igual de importante que el 11 de septiembre (2001).  “Es tal vez el asilo político más importante de nuestra época”, señaló.

Por su parte, el científico norteamericano, Noam Chomsky, en una intervención grabada, expuso cómo, hace más o menos un siglo, las libertades democráticas ganadas obligaron a los gobernantes, en países como EEUU e Inglaterra, a cambiar su estrategia de poder, ya que al haberse extendido las libertades, no podían seguir manteniendo el control social mediante la violencia.  Entonces entendieron que había que implantar el control a través de la opinión; o sea, fabricar el consenso mediante el trabajo de comunicación y relaciones públicas.

Ello ha implicado, a su vez, que todo lo que no puede generar consenso se debe manejar en la oscuridad.  Entonces, dice, el “crimen” imperdonable de Assange y Wikileaks es haber levantado este velo de secreto que protege a los poderosos.  Por lo general, afirmó el académico, la lectura de los documentos desclasificados permite apreciar que el secretismo oficial poco tiene que ver con la seguridad del Estado y mucho con esconder al público decisiones que podrían afectar sus intereses, como se ha puesto en evidencia con la negociación secreta de los tratados comerciales actuales, que benefician principalmente a las grandes transnacionales (como el TTIP y el TPP).

Roy Singham, fundador de la empresa Thoughtworks que desarrolla software libre, habló de la nueva fase del capitalismo en la economía mundial, donde se destaca el enorme poder que han acumulado las corporaciones gigantes de Internet.  Identificó las 5 empresas clave que controlan entre 66 y 72% de la economía mundial de Internet en su respectivo sector, que son Facebook, Google, Smart City, Paypal y Gmail, enfatizando que representan ”la mayor amenaza de monopolio nunca vista en el capitalismo”.  La materia prima de esta nueva economía son los datos que proveen los usuarios de Internet, y que son almacenados en lo que engañosamente se llama “la nube”.  “La gran batalla ahora es por el control de estos datos y de quienes tienen acceso a ellos”, resaltó Singham.

Estos centros de datos representan “el control futuro de lo cada uno de Uds. piense, lea, cree, compre y como participe en la sociedad”, recalcó.  Para manejarlos, Google por sí solo gasta 15 mil millones de dólares por año en hardware – más que los bancos. Singham estima que hoy estas empresas tienen un mayor control de la economía que los bancos; por lo mismo, la computación en “la nube” nunca podrá ser una institución democrática, porque es demasiada grande. Es comparable con el salto, en lo militar, del fusil a la bomba atómica.

A ello se añade que el sector tecnológico, que es el que más crece en la crisis, emplea relativamente poca mano de obra, a la vez que los avances tecnológicos están haciendo obsoletos muchos puestos de trabajo en otros sectores de la economía.  Por ello se está viendo una profundización de la crisis y se viene una gran crisis del empleo.

Singham expresó que, con las nuevas capacidades de espiar todo, guardar todo y concentrarlo en estas grandes empresas y las agencias de seguridad –principalmente la NSA –, “enfrentamos una batalla para el alma y el futuro de la especie humana”. Entonces, concluyó, necesitamos “educar a la gente en todo el mundo sobre cómo luchar por la democracia”, lo que no es solo una batalla de las izquierdas: “En perspectiva, se debe enfrentar con un gran movimiento popular, globalmente”.

Varios ponentes del evento, expresaron su reconocimiento a lo que ha significado el aporte de Assange y Wikileaks a la causa democrática.  “Julian Assange no es culpable de nada, es un paladín de la libertad de nuestra nueva época”, afirmó Ignacio Ramonet.  A su vez, reconoció el gesto valiente de Ecuador de haberse enfrentado a las potencias mundiales para albergar al australiano. “Ecuador ha tenido un comportamiento ejemplar en el caso Assange.  Ninguna otra gran democracia en el mundo se atrevió a proteger a Julian Assange”, aseveró.

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