Javier TolcachierMás allá de dificultades coyunturales, la integración regional de signo soberano es un proyecto permanente que –como todo proyecto– sufre altibajos en el proceso de su consecución. La integración representa una afrenta a la lógica de la subordinación. Señala no sólo un camino de relativa independencia y paridad en relación a los centros de poder establecido, sino que también proclama la posibilidad de una convergencia intencional de los pueblos sin mediar imposición de modelos.